Invernales
Este arbolito de invierno conserva en sus ramas frutos perennes; cuando cae uno,cae hacia arriba.
Es por eso que cuesta asirlos; son valiosos donde caen, pero sin valor por estas densidades.
En fin, si logras alguno, dale un buen mordizco a un trozo siquiera, antes que olvides que lo tienes en tu mano y lo sueltes.
Este arbolito es de un injerto zenista en un tronco kantiano cultivado y cuidado por este humilde servidor.
Se acepta tierra de hojas de otras tierras, y abonos varios; por favor, no mearlo demasiado para no quemarlo. Eu.
3 Comentarios:
Si algo resulta muy necesario, y además tardará en llegar, es entonces también muy urgente. Como dijo aquel mariscal francés al tomar posesión de su cargo: si estos árboles van a tardar veinte años en dar sombra, hay que plantarlos hoy mismo.
EL FUEGO INTERNO
Carlos Castaneda
ÍNDICE
INTRODUCCIÓN 2
I. LOS NUEVOS VIDENTES 4
II. LOS PINCHES TIRANOS 7
III. LAS EMANACIONES DEL ÁGUILA 13
IV. EL RESPLANDOR DEL HUEVO LUMINOSO 19
V. LA PRIMERA ATENCIÓN 23
VI. LOS SERES INORGÁNICOS 28
VII. EL PUNTO DE ENCAJE 38
VIII. LA POSICIÓN DEL PUNTO DE ENCAJE 44
IX. EL MOVIMIENTO HACIA ABAJO 49
X. LAS GRANDES BANDAS DE EMANACIONES 54
XI. ACECHO, INTENTO Y LA POSICIÓN DE ENSUEÑO 57
XII. EL NAGUAL JULIAN 62
XIII. EL LEVANTÓN DE LA TIERRA 68
XIV. LA FUERZA RODANTE 73
XV. LOS DESAFIANTES DE LA MUERTE 77
XVI. EL MOLDE DEL HOMBRE 85
XVII. EL VIAJE DEL CUERPO DE ENSUEÑO 90
XVIII. ROMPER LA BARRERA DE LA PERCEPCIÓN 95
EPÍLOGO 98
INTRODUCCIÓN
En los últimos quince años, he escrito extensos relatos sobre mis relaciones de aprendiz con un brujo indio, don Juan Matus. A causa de lo extraño de los conceptos y prácticas que don Juan quiso que yo comprendiera e interiorizara, no he tenido otra alternativa sino presentar sus enseñanzas en forma de narraciones descriptivas, relatos de lo que me ocurrió, tal como sucedió.
La organización total de las enseñanzas de don Juan se basaba en la idea de que el hombre tiene dos tipos de conciencia. El los nombró el lado derecho y el lado izquierdo, y de acuerdo a ello, dividió su instrucción en enseñanzas para el lado derecho y enseñanzas para el lado izquierdo.
Describió el primero como lo normal de todos nosotros, o el estado de conciencia necesario para desempeñarse en el mundo cotidiano. Dijo que el segundo era algo que no es normal, el lado misterioso del hombre, el estado de conciencia requerido para funcionar como brujo y vidente.
Las enseñanzas para el lado derecho las llevó a cabo en mi estado de conciencia normal. He descrito esas enseñanzas, a detalle, en todos mis relatos. Como parte de ellas, don Juan me dio a saber que él era un brujo. Incluso, me presentó a otro brujo, don Genaro Flores, y debido a la naturaleza de nuestra asociación, lógicamente concluí que me habían tomado como aprendiz.
Ese aprendizaje, en mi modo de pensar de aquel entonces, culminó con un acto incomprensible que don Juan y don Genaro me hicieron ejecutar. Me hicieron saltar desde la cuna de una montaña a un abismo.
En uno de mis relatos he descrito lo que me ocurrió en aquella ocasión. Lo que yo creí que era el último drama de las enseñanzas para el lado derecho fue representado allí, en esa cima, por el propio don Juan, don Genaro, dos aprendices, Pablito y Néstor, y yo. Pablito, Néstor y yo nos precipitamos, uno por uno, a un abismo.
Durante años después, creí, a pie juntillas, que mi absoluta confianza en don Juan y en don Genaro fue lo que inexplicablemente me hizo sobrevivir. Hasta llegué a creer que el sobrepasar mi pánico racional, al enfrentar mi inevitable aniquilación, fue lo que me salvó. Ahora sé que no fue así. Sé que el secreto estaba en las enseñanzas para el lado izquierdo, y que impartir esas enseñanzas implicó tremenda disciplina y perseverancia de parte de don Juan, don Genaro y sus otros compañeros.
Me ha tomado casi diez años recordar exactamente lo que ocurrió en las enseñanzas para el lado izquierdo. Ahora sé qué fue lo que me hizo estar tan dispuesto a realizar un acto de tal magnitud: precipitarme a un abismo.
En sus enseñanzas para el lado izquierdo, don Juan dejó entrever lo que él, don Genaro y sus otros compañeros realmente eran y lo que hacían conmigo. No me enseñaban brujería, ni encantamientos, me enseñaban las tres partes de un antiquísimo conocimiento que poseían; ellos llamaban a esas tres partes el estar conciente de ser, el acecho y el intento. Y no eran brujos; eran videntes. Y don Juan no sólo era vidente sino que también era un nagual...
Si quieres el libro, escribe por él a mi dirección en el blog.
Ontozen
He tenido una vida interesante;he aprovechado mi estancia en esta vida como una bendición, por lo cual me siento infinitamente agradecido por todas mis vivencias, ya hayan sido subliminales o llanamente pellejerías.Todas ellas han dejado una lección a aquello en mí que empiezo a definir como mi auténtica naturaleza. Es por eso mi inclinación al desarrollo de la inteligencia intrapersonal como disciplina para vivenciar claramente al conocedor detrás de las experiencias; enfatizando en la ontología aristotélica propia de nuestra cultura, muy poco estudiada y comprendida a propósito; y el Zen;disciplina japonesa, a mi juicio la más pragmática entre aquellas que se aventuran a definir la razón del ser.
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