domingo, agosto 28, 2005

Técnicas básicas de presencia


ontozen dijo...
Los 3 cierres o bhandas; ejercitando el poder interno.

Sentarse con la espalda lo más recta posible en la posición del loto o sobre los talones. Cerramos los ojos y nos dejamos deslizar a un estado completamente plácido. Nuestra respiración es tranquila y relajada. Algunos practicantes cuentan lentamente al revés; desde diez hasta uno, entrando con cada número en una relajación cada vez más profunda.

Ejercicio 1o La contracción del centro radical

Espiramos pausadamente y a continuación tratamos de contraer hacia dentro con la mayor fuerza posible la zona del abdomen inferior. Primero contraemos el músculo del ano y tiramos de él hacia dentro, como si quisiéramos reprimir la defecación. A continuación, contraemos los órganos tan intensamente como nos sea posible. Finalmente, tratamos de contraer hacia dentro, en dirección hacia la columna vertebral, la zona umbilical del abdomen inferior. Este último paso del ejercicio apoya las dos contracciones precedentes, puesto que se tira del recto y de los órganos sexuales hacia atrás y hacia arriba.
Tenemos así un estado de máxima contracción del abdomen inferior; lo mantenemos durante algunos segundos, y después nos soltamos completamente, retornando a nuestra situación inicial relajada. Al cabo de algunos segundos repetimos las tres fases del ejercicio y mantenemos de nuevo la contracción de toda la cavidad pélvica durante varios segundos: luego soltamos y relajamos.
El mismo ejercicio una tercera vez. Después disfrutamos unos minutos de reposo, permaneciendo con la consciencia en el lugar en que se ha practicado el ejercicio. Este ejercicio de contracción libera sobre todo los bloqueos del primer y del segundo chakra y estimula la energía Kundalini. Es normal y deseable una creciente sensación de energía o calor.

Ejercicio 2o La contracción del diafragma

(El diafragma es una placa músculo-tendinosa que delimita y separa la parte superior de la cavidad abdominal de la cavidad torácica.) Continuamos en nuestro estado relajado de paz y sosiego interiores. La respiración es pausada y regular. Al espirar, intentamos contraer hacia arriba nuestro diafragma de forma que se eleve en dirección a la cavidad torácica. Al hacerlo, los órganos del abdomen superior se ven simultáneamente comprimidos hacia atrás, en dirección a la columna vertebral. Intentamos mantener esta vigorosa contracción durante algunos segundos. A continuación relajamos unos segundos explayándonos completamente, y repetimos este ejercicio dos veces más. En la pausa que sigue seguimos dirigiendo nuestra atención al lugar donde hemos realizado el ejercicio. En general, experimentaremos un cosquilleo o vibración de intensidad diversa: algunas personas también sienten calor, o incluso una sensación de calor intenso. Esta reacción es desencadenada por la energetización del chakra del plexo solar: parte de la energía liberada asciende hasta el chakra cordial, que también se activa mediante este ejercicio. Se extiende en nosotros una sensación de profunda satisfacción interior. Permanecemos completamente relajados y somos testigos de lo sucedido.
Al cabo de algunos minutos de profunda tranquilidad pasamos al siguiente ejercicio.

Ejercicio 3 o La contracción de la nuca

En este ejercicio inspiramos a través de la nariz y, partiendo de nuestra situación de relajamiento, intentamos contraer o apretar simultáneamente hacia abajo la nuca y la barbilla, en dirección al cuerpo. Al hacerlo, tiramos de los hombros hacia arriba, de forma que el cuello se haga cada vez más corto. Mantenemos esta tensión durante unos segundos concentrándonos en nuestra nuca. Después, nos volvemos a relajar completamente y dejamos todo suelto. A los pocos segundos repetimos este ejercicio y nos relajamos de nuevo. Lo mismo una tercera vez: tensar unos segundos y soltar.
Este tercer ejercicio de contracción disuelve las energías estancadas en el chakra del cuello, purificando este importante canal que une la cabeza y el corazón. Cuando aquí se recupera el flujo energético libre de obstáculos, sentimos en la zona de la nuca y los hombros un fuerte «ardor», que va acompañado de un sentimiento de fortaleza interior, sinceridad y auto confianza. Mediante este ejercicio se armonizan y equilibran las fuerzas del yin y del yang.
Si realizas consecutivamente los tres ejercicios de contracción que hemos descrito, podrás constatar instantáneamente una clara mejoría de tu estado general. No obstante, te aconsejamos encarecidamente que no exageres este ejercicio. Realizarlo dos veces al día, por la mañana y por la tarde, es en principio más que suficiente.
Quien disponga de alguna experiencia puede practicar los ejercicios de contracción, en el mismo orden indicado, varias veces consecutivas. Pero siempre prestando atención a su propio bienestar. Nunca debemos superar nuestros límites naturales internos, que nos indican claramente cuándo es suficiente.
Para muchas personas, estos ejercicios se han convertido en un componente fijo de su vida; para nosotros, también, pues bastan unos minutos para realizarlos, y lo que conseguimos a cambio es sorprendente. Sin embargo, lo que nos hace avanzar no es conocer estos eficacísimos ejercicios, sino practicarlos a diario.

Budismo Zen

Cuando la mente china entró en contacto con el pensamiento hindú, en la forma del Budismo, alrededor del primer siglo d.c, dos desarrollos paralelos sucedieron. Por un lado, la traducción de los sutras budistas estimularon a los pensadores chinos y los llevó a interpretar las enseñanzas del Buddha hindú a la luz de sus propias filosofías. De esta manera surgió un muy fructífero intercambio de ideas, que culminaron, en la escuela Hua-yen (sanscrito: Avatamsaka) de budismo en China y la escuela Kegon de Japón.
Por otro lado, el lado pragmático de la mentalidad china respondió al impacto del budismo hindú, concentrándose en los aspectos prácticos y desarrollándolos en una forma especial de disciplina espiritual que recibió el nombre de Ch'an, una palabra normalmente traducida como "meditación". Esta filosofía Ch'an fue eventualmente adoptada por Japón, alrededor del año 1200, y ha sido cultivado ahí bajo el nombre de Zen, una tradición que se mantiene viva hasta la actualidad.
Zen es una mezcla única de filosofías e idiosincrasias de tres culturas diferentes. Es una forma de vida típicamente japonesa, y aún así refleja el mistisismo de la India, el amor de la naturalidad y espontaneidad del Taoísmo y el pragmatismo profundo de la mente Confusianista.
A pesar de su carácter tan especial, Zen es puramente budista en su esencia pues su objetivo no es ni más ni menos que el de Buddha: el lograr la iluminación, una experiencia conocida en Zen como satori. La experiencia de la iluminación es la esencia de todas las escuelas de filosofía orientales, pero Zen es única en que se concentra exclusivamente en esta experiencia y no está interesada en ninguna interpretación más allá de esta. En las palabras de Suzuki, "Zen es la disciplina en iluminación". Desde el punto de vista del Zen, el despertar de Buddha y el enseñar de Buddha, que todos tenemos el potencial de lograr la iluminación son la esencia del Budismo. El resto de la doctrina, incluido en los voluminosos sutras, es visto solamente como suplementario.
La experiencia del Zen es, por lo tanto, la experiencia de la iluminación, de satori, y ya que esta experiencia, finalmente, trasciende toda categoría de pensamiento, Zen no se interesa en ninguna abstracción ni conceptualización. No tiene ninguna doctrina o filosofía especial, ningún credo ni dogma formal y enfatiza su libertad de todo pensamiento fijo, esto la hace verdaderamente espiritual.

Más que cualquiera otra escuela de misticismo oriental, Zen está convencido de que las palabras nunca expresarán la verdad última. Debe haber heredado su convicción del Taoísmo, que mostraba la misma actitud sin compromisos. "Si alguien pregunta sobre el Tao y otro le responde", dijo Chuang Tzu, "ninguno de ellos lo conoce".
Pero la experiencia Zen puede ser pasada de Maestro a discípulo, y ha sido, de hecho, transmitido por muchos siglos por métodos especiales propios de Zen. En un resumen clásicode cuatro lineas, Zen es descrito como:

Una transmisión especial externa a las escrituras.
No sostenida por palabras ni letras,
Apuntando directamente a la mente humana,
Mirando directamente a la naturaleza propia y alcanzando el estado de Buddha.

Esta técnica de "apuntar directamente" constituye el sabor especial de Zen. Es típico de la mente japonesa, que es más intuitiva que intelectual y que le gusta entregar los hechos como hechos, sin comentario alguno. Los maestros Zen no son adeptos a la palabrería y aborrecen todo tipo de teorización y especulación. De esta manera desarrollaron métodos que apuntan directamente a la verdad, con acciones y palabras repentinas y espontáneas, que exponen paradojas del pensamiento conceptual y, como los koans, están orientados a parar el proceso mental del pensamiento, preparando así al estudiante a la experiencia mística. Esta técnica se ve muy bien ilustrada en los siguientes ejemplos de cortas conversaciones entre maestro y discípulo. En estas conversaciones, que forman la mayor parte de la literatura Zen, los maestros hablan lo menos posible y usan sus palabras para cambiar la atención del discípulo desde los pensamientos abstractos a la realidad concreta.

Un monje, pidiendo instrucción, le dijo a Bodhidharma:
"No tengo nada de paz mental. Por favor, apacigüe mi mente."
"Trae tu mente aquí al frente mío", replicó Bodhidharma, "y yo te lo apaciguaré!"
"Pero cuando busco mi propia mente," dijo el monje, "no la puedo encontrar."
"Eso!", replicó energéticamente Bodhidharma, "he apaciguado tu mente!"
Un monje le dijo a Joshu: "Acabo de entrar a este monasterio. Por favor enséñame."
Joshu preguntó: "Has comido tu potaje de arroz?"
El monje responde: "Ya he comido."
Joshu dice: "Entonces sería mejor que lavaras tu plato."
Estos diálogos hacen notar otro aspecto del Zen que es característico. La iluminación en Zen no significa retirarse del mundo, sino al contrario, una activa participación en la vida cotidiana. Este punto de vista atrajo mucho a la mentalidad china que le colocaba mucha importancia a una vida práctica y productiva y a la idea de la perpetuación de la familia, por lo que no podía aceptar el carácter monástico del Budismo hindú. Los maestros siempre hacían hincapié que Ch'an, o Zen, estaba en nuestras experiencias diarias, la "mente de todos los días", como proclamaba Ma-tsu. Se enfatizaba el despertar en el medio de las actividades diarias y dejaban muy en claro que veían a la vida diaria, no sólo como la forma de lograr la iluminación, sino como la iluminación misma.
En Zen, satori significa la inmediata experiencia de la naturaleza Buddha de todas las cosas. Primero y más importante entre éstas, están los objetos, hechos y personas involucradas en la vida diaria, de tal manera de que aunque enfatiza las cosas prácticas de la vida, Zen aun así es profundamente mística. Al vivir enteramente en el presente, dándole atención completa a los asuntos diarios, alguien que ha logrado satori experimenta la admiración y misterio de la vida en cada situación:

Qué maravilloso ésto, cuan misterioso!
Cargo la leña, saco agua del pozo.

La perfección de Zen es por lo tanto vivir la vida diaria en forma natural y espontánea. Cuando a Po-chang se le pidió definiera Zen, dijo, "Cuando tengo hambre, como, cuando estoy cansado, duermo." Aunque esto suene simple y obvio, como tantas otras cosas en Zen, es de hecho una tarea bastante difícil. Recobrar la naturalidad de nuestra naturaleza original requiere largo entrenamiento y constituye un gran logro espiritual. En las palabras de un dicho Zen muy famoso:


Antes de estudiar Zen, las montañas son montañas y los ríos son ríos; mientras estás estudiando Zen, las montañas ya no son montañas y los ríos ya no son ríos; pero una vez que alcanzas la iluminación las montañas son nuevamente montañas y los ríos nuevamente ríos.

El énfasis sobre la naturalidad y espontaneidad muestra claramente las raíces Taoístas pero la base para este énfasis es estrictamente Budista. Es la creencia en la perfección de nuestra naturaleza original, la realización de que el proceso de iluminación consiste meramente en transformarnos en lo que ya somos desde un principio. Cuando se le preguntó al maestro Zen Po-chang sobre buscar la naturaleza Buddha, respondió, "Es muy parecido a montar un buey en busqueda del buey."

Hay dos escuelas principales de Zen en Japón actualmente, difieren en sus métodos de enseñanza. La escuela Rinzai o "repentina"}, utiliza el método koan, se da prominencia a entrevistas formales periódicas con el maestro, llamadas sanzen, durante las cuales se le pregunta al estudiante su visión actual sobre el koan que ha estado tratando de resolver. La resolución de un koan involucra largos periodos de intensa concentración que llevan a una revelación repentina de satori. Un maestro con experiencia sabe cuando un estudiante ha llegado al borde mismo de la iluminación repentina y le es posible choquearlo a una experiencia satori con acciones inesperadas, tales como un golpe con una varilla o un grito fuerte.
La escuela Soto o gradual evita los métodos de shock de Rinzai y apunta hacia la maduración gradual del estudiante Zen, "como la brisa de primavera que acaricia la flor, ayudándola a florecer." Propugna 'el sentar tranquilo' y el uso de su propio trabajo común como dos formas de meditación.
Ambas escuelas le confieren la mayor importancia a zazen, o meditación sentado, que es practicado en los monasterios Zen todos los días por muchas horas. La postura correcta y la respiración son las primeras cosas que debe aprender un estudiante de Zen. En el Zen Rinzai, zazen es usado para preparar la mente intuitiva para poder manejar el koan, y la escuela Soto lo considera la forma más importante para ayudar al estudiante a madurar y evolucionar hacia satori. Más que eso, es considerado como el logro visible de la naturaleza Buddha de uno mismo; cuerpo y mente siendo fusionadosen una unidad armónica que no requiere ninguna mejoría. Como dice un poema Zen,

Sentado tranquilo, haciendo nada,
La primavera llega, y el pasto crece por sí solo.
Ya que Zen asegura que la iluminación se manifiesta en las actividades diarias, ha tenido enorme influencia en todos los aspectos de la forma tradicional de vida japonesa. Estas no sólo incluyen las artes de la pintura, caligrafía, diseño de jardines, etc., y las variadas artesanías sino también en actividades ceremoniales como servir el té o el arreglo de flores y las artes marciales como el tiro con arco, la espada, el judo, el karate-do, etc. Cada una de estas actividades es conocida en Japón como un do, esto es, un tao o una 'vía' hacia la iluminación. Todas exploran varias características de la experiencia Zen y pueden ser usadas para entrenar la mente y llevarla en contacto con la realidad última.
Las artes recién mencionadas son todas expresiones de espontaneidad, simplicidad y la total presencia de la mente característica del Zen, las actividades lentas y rituales de cha-no-yu, la ceremonia japonesa del té, los movimientos de manos espontáneas requeridas para la caligrafía y la pintura y la espiritualidad de bushido, "la vía del guerrero". Mientras que requieren de la perfección de la técnica, la maestría real sólo se logra cuando se trasciende la técnica y el arte se transforma en un "arte sin arte", brotando del subconciente.
Somos muy afortunados en tener una descripción maravillosa de tal "arte sin arte" en el pequeño libro de Eugen Herrigel, Zen en el arte del Tiro con Arco. Herrigel utilizó más de cinco años con un renombrado maestro japonés para aprender su arte "místico" y nos da en su libro una descripción de cómo experimentó Zen a través del tiro con arco. Nos describe como el tiro con arco le fue presentado como un ritual religioso que es "bailado" en movimientos espontáneos, libres de esfuerzo y propósito. Le tomó muchos años de práctica dura, lo que transformó todo su ser, como aprender a estirar el arco "espiritualmente", con un tipo de fuerza no esforzada, y como liberar la cuerda "sin intención", dejando que el tiro "caiga del tirador como una fruta madura". Cuando llegó al clímax de perfección, el arco, flecha, objetivo y arquero, todos se fundían los unos en el otro y él no disparaba sino que "esto" lo hacía por él.
La descripción de Herrigel del tiro con arco es una de las más puras recolecciones de Zen pues no habla en ningún momento de Zen. x

jueves, agosto 18, 2005

Zendeces y Castanederías



xxx Punto de Encaje xxx

Un alumno de Castaneda me preguntó si el título de esta publicación, Punto de Encaje,
había sido elegido para burlarse de Castaneda o con otra intención. Es verdad, ¿por qué
utilizar una expresión que pertenece a otra tradición, a otra enseñanza que no es el Zen,
para titular nuestro diario? ¿No sería una manera de acechar a los brujos, de seducir a las
brujas...? En la enseñanza de Buda se distinguen dos corrientes: la corriente "Hinayana" -en
sánscrito, pequeño vehículo- que favorece el desarrollo personal mediante un comportamiento
riguroso y un poco ascético para salvarse uno mismo y realizar el despertar, escapando así
de la enfermedad, de la vejez y de la muerte; y la corriente "Mahayana", que significa gran
vehículo, en donde se desea, por el contrario, salvar a todas las existencias, aunque uno
deba atravesar último la puerta de la libertad. Sin embargo ¿cómo separar estas dos
tendencias, estos dos aspectos, que fueron -ambos- enseñados por el Buda Shakyamuni? Fue lo
que me expresó muy claramente uno de mis maestros, Rempo Niwa Zenji, cuando yo critiqué el
Budismo Hinayana. "No conoce usted el Budismo Hinayana", me dijo en esa ocasión. De todos modos el aspecto "desarrollo personal", que personalmente conozco muy poco en el
Budismo, me parece expresado de una manera sumamente original y atrayente en la obra de
Carlos Castaneda, y budista o no, el contenido de sus libros me hizo profundamente feliz y
me llenó de afecto por su autor. Por eso elegí "Punto de Encaje" como título de mi diario,
pues expresa un poco nuestra enseñanza zen; por simpatía, por amistad y respeto hacia ese
viejo maestro Don Juan, que, por su magia, hizo reflexionar y soñar a toda una generación
de gringos. Tal fue la razón por la que elegí dicho título. No sé si este diario va a durar mucho más. De todas maneras, quise que sea un medio de
expresión gratis -mágico, ¿no?- que permita comunicar una cultura profunda y seria. Y
entonces, ¿cómo no soñar en asociarme con gente valiosa y de gran pureza -si es que
existen- para tratar de dar a los hombres una parte de verdadera humanidad y algunas raíces
bien profundas e intentar, así, alinearnos en un mismo punto? Les propongo entonces, si es que les interesa, comparar dos extractos que tratan
aproximadamente el mismo tema, en este caso, el punto de encaje. La enseñanza de Don Juan,
por un lado, y la del sexto patriarca zen chino, por el otro, que expresan con respecto al
silencio interior y a detener el diálogo -o monólogo- interno, algunas similitudes
evidentes: Extracto del libro "Fuego Interior", de Carlos Castaneda: "..Insistió muchas veces que es el diálogo interno lo que mantiene fijo el punto de encaje
en su posición original. -"Una vez que se logra el silencio, todo es posible" - dijo. Castaneda, su alumno, le respondió: "Soy consciente de que, en general, he dejado de hablar
conmigo mismo, pero no sé cómo lo logré...". El maestro responde: "Explicarlo es la sencillez misma. Lo quisiste, y, en consecuencia
instituiste un nuevo intento, un nuevo comando, y, con el tiempo, lo que sólo era tu propio
comando se volvió el comando del Águila; mostrándonos como el nudo ha sido hecho, nos
enseña también a deshacerlo." Y Don Juan concluye: "Es uno de los descubrimientos más
extraordinarios de los nuevos videntes, el hecho de que nuestro comando pueda volverse el
comando del Águila." En otros términos, que nuestro comando individual pueda volverse visceral, universal. "El
diálogo interior se interrumpe como ha comenzado, por un acto de la voluntad", dice Don
Juan. Cuando leemos esto parece muy simple. Quisimos anclar la realidad mediante nuestro diálogo
interno y alcanza con querer desanclarla mediante el silencio interior. Y ya está. Pero
como hablamos de magia, de voluntad, de querer, debemos pensar, antes que nada, en el
querer extraordinario y la magia fabulosa que cada uno de nosotros tuvo que desplegar para
nacer en este mundo, en la hazaña que cada uno tuvo que realizar para fijarse en la
realidad. ¿Qué fue lo que motivó tal proeza? Este querer nacer, este querer vivir, esta
necesidad de confort, de la razón , esta necesidad de lo limitado, de la felicidad, del
amor, la familia, su cuerpo, el tiempo. Un instante, un solo instante suspendido en la
eternidad, de razonable seguridad. ¡Qué fabulosa magia!
Y ahora me dicen que los burgueses de Los Ángeles, pagan doscientos dólares para que les
muevan el punto de encaje. ¿Cómo creerlo? No hay un solo ser humano que quiera desmoronar,
y menos aún por la voluntad, lo que con tanto talento fijo: la realidad. El problema es que
muy a menudo uno se aburre en esta realidad. Entonces, nos gustaría cambiarla, o por lo
menos, introducirle algunas correcciones. Por ejemplo, permanecer joven sin cirugía
estética, ser una bruja llena de poderes y aterrorizar a los machos, imaginarse un
disneyworld para uno solito... y tantos deseos espirituales egoístas, pero ¡tan legítimos!
Escapar de la muerte y de la disolución del ego, y perpetuar su conciencia individual
durante mucho tiempo. Incluso desdoblarse y poder amar a dos personas al mismo tiempo,
volar sin alas delta para asombrar a sus vecinos. O, simplemente, sentir el efecto de las
drogas más fabulosas sin sanción penal alguna... El mundo está hambriento de sueños, y es
normal. Entonces, soñemos juntos que el mundo entero se despierta al hecho de que todo esto no es
más que un sueño; y vigilemos que este sueño no se transforme en pesadilla. O bien,
aprendamos a atravesar la pesadilla. Acabo de encontrar la definición del Zen: aprender a
atravesar la pesadilla. Para eso, Zazen es la actitud más fuerte. Entonces la gente me
preguntará, porque quieren pruebas, resultados visibles, probables: "Maestro, ¿ ha logrado
usted atravesar su pesadilla?" Yo les respondo: cuando lo halla logrado, se van a enterar,
porque ustedes mismos son mi pesadilla. Todo este mundo es mi pesadilla, porque yo practico
el Mahayana, el gran vehículo: pacificar todas las existencias para que la pesadilla cese,
tal es la vía de Buda. He aquí la enseñanza del sexto patriarca zen chino (Houei Neng, Eno en Japonés; vivió
entre los años 638 y 713 de nuestra era), con respecto al punto de encaje y al silencio
interior: "Desde siempre, amigos míos, nuestro método ha hecho del "no-pensar" su principio, del
"sin-apariencia" su cuerpo, y del "sin-fijación" su fundamento. El adepto del
"sin-apariencias", estando en el seno mismo de las apariencias, está desapegado de las
apariencias. Quien practica el "no-pensamiento" no piensa aunque este pensando. En lo que
se refiere a "sin-fijación", es la esencia propia del hombre. Los pensamientos corren sin
parar: uno pasó, otro está pasando, uno llega... se encadenan sin detenerse nunca; pero si,
durante un solo instante, esta cadena se corta, vuestro cuerpo absoluto se aleja
inmediatamente de vuestro cuerpo de carne, y en la sucesión de instantes ulteriores, ningún
pensamiento puede ya fijarse en el más mínimo fenómeno. Pues si uno para su pensamiento
durante un solo instante, todos los pensamientos se detienen y somos libres de toda
atadura. Así, sin fundarnos en nada, fundamos nuestro método. Amigos míos, "sin-apariencia"
consiste en desapegarse de todas las apariencias exteriores." "Sí, pero ¿para qué sirve?" Cuando el maestro Kodo Sawaki respondió a mi propio maestro, Taisen Deshimaru, "no sirve
para nada", éste último sólo tuvo una pasión en su vida y esto hasta su último suspiro:
practicar zazen. Y el maestro Keizan dice, a propósito de la experiencia de zazen: "Alto
como una montaña, profundo como el océano, sin mostrar los picos ni las profundidades
insondables, invisible, brillando, sin pensar. La fuente es clara en su manifestación
silenciosa, nuestro cuerpo se manifiesta abarcando cielo y tierra, el agua pura no tiene ni
derecho ni revés, el espacio nunca tendrá interior y exterior. ¿Cómo puede existir el
objeto o el conocimiento? Esto ha estado siempre con nosotros pero sin tener nombre nunca.
Aquellos que realizan este conocimiento y esta visión tienen un arte sutil, apacible e
impecable llamado zazen, que es el estado de absorción, la fe de todos los estados de
concentración." En otros términos, esto significa que zazen se vuelve el Águila misma.
Kosen

lunes, agosto 15, 2005

OntoZenDo: OntoZenDo

OntCuando la psicología no basta para abarcar nuestra complejidad existencial...
Cuando la filosofía solo nos reafirma como sapiens sapiens...
Cuando la teología solo ronda la divinidad sin conseguir la experiencia por su propia naturaleza...
La Ontología renace como la antigua herramienta que era.
No es cierto que haya quedado entrampada por su naturaleza de logos sin respuesta, pues si bien sus tres primas en su soberbia la han acallado, aún no pueden responder esa pregunta que dejó planteada antes de ser sepultada viva...
¿Quién soy, de dónde vengo, a dónde voy?

¿ Y qué del Zen? El Zen también trabaja en función de una respuesta a la razón última del ser, explorando con una objetividad encomiable el aparentemente subjetivo camino interno.

A mi juicio, estas dos disciplinas están destinadas a potenciarse en su propósito último, el despertarnos al llamado de la evolución, que ahora quiere vérselas personalmente con nosotros cara a cara, individualmente, y no como el hombre masa con comportamiento de cardumen que hemos sido hasta ahora.oZenDo: OntoZenDo

Mirando la realidad con ojos sin párpados.



Cuando el budismo se tienta con plata .

Marginados en una sociedad materialista, los monjes budistas de Tailandia encuentran que cada vez resulta más duro evadir las tentaciones del dinero y el poder.Prueba de ello es el sillón de piel de oso que usa el abad Pipat Vorakit para recibir a los huéspedes en el monasterio de Jao Tabiab. Allí, el sujeto convive con sus prácticas espirituales y tres teléfonos celulares, además de dos ordenadores, un reproductor de discos compactos y un televisor de pantalla plana.Ante la puerta de su oficina, desde la que se aprecia una vista panorámica de la turística playa, el abad Pipat, de 69 años, tiene estacionado su inmaculado automóvil Mercedes mientras fuma cigarrillos Dunhill.Los preceptos budistas prohiben acumular bienes materiales e incluso tocar el dinero. Aunque en Tailandia, la religión y los negocios se superponen a medida que se implanta el rabioso consumismo en las áreas rurales, donde la fe budista ha sido ciega.Este mercantilismo no es nuevo en los monjes budistas. A mediados de década de los 90, se descubrió que el carismático Yantra Amaru Biju llevaba una intensa vida amorosa y que en sus viajes al extranjero empleaba tarjetas de crédito para pagar prostitutas.Aún mayor fue el escándalo protagonizado después por monjes de Bangkok que prometían la salvación espiritual a cambio de donaciones de dinero al contado.La idea poco ortodoxa de que la prosperidad económica ayuda a allanar el camino hacia la salvación espiritual, cobra cada día mayor fuerza. El "Sangha", máximo órgano disciplinario, ha admitido que los monjes llevan a cabo una dura lucha personal para seguir las enseñanzas de Buda sobre la renuncia a los placeres mundanos.Ejemplos claros de esa contraposición de valores son el abad Pipat, quien, además de las donaciones de dinero en efectivo de los feligreses, percibe los ingresos que generan sus inversiones inmobiliarias, en restaurantes y en un establecimiento hotelero.Los budistas tailandeses que desaprueban el mercantilismo sostienen que la falta de responsabilidad que gira en torno a la administración del dinero por parte de los monasterios permite que los monjes acumulen grandes fortunas."A los budistas tailandeses no les gusta interferir en los asuntos de negocios de los monjes por respeto", dijo Sanitsuda Ekachai, autora de varios libros sobre el budismo.Dos años atrás, los monjes que dirigen la fundación benéfica Ratchaviyalai expulsaron de la comisión que supervisa las cuentas a un respetado banquero por intentar introducir métodos de gestión más transparentes.
Así, solo me resta reafirmar la importancia del cultivo solitario del espíritu para evitar la trampa en la que ni los líderes religiosos de una u otra tienda se escapan. En estos casos..."Rescata al objeto, descarta el sujeto"; siendo el primero la escencia del budismo, y el segundo el montón de desubicados de siempre, como en todas partes.
Eu.

viernes, agosto 05, 2005

OntoZenDo

Un zenista yaqui:
Don Juan definió el silencio interno como un estado peculiar de ser en que los pensamientos se cancelan y uno puede funcionar a un nivel distinto al de la concien­cia cotidiana. Hizo hincapié en que el silencio interno consistía en suspender el diálogo interno ‑el compañe­ro perenne del pensamiento‑ y debido a eso, era un es­tado de profunda quietud.
‑Los antiguos chamanes ‑dijo don Juan‑ le lla­maron silencio interno porque es un estado en el cual la percepción no depende de los sentidos. Lo que funciona durante el silencio interno es otra facultad que posee el hombre, una facultad que hace de él un ser mágico, la misma facultad que ha sido restringida, no por el hom­bre mismo, sino por una influencia extranjera.
‑¿Cuál es esa influencia extranjera que restringe la facultad mágica del hombre? ‑pregunté.
-Ése es tema para una próxima explicación ‑con­testó don Juan‑, no el tema de discusión actual, aunque es, indudablemente, el aspecto más serio de la brujería de los chamanes del México antiguo.
»El silencio interno ‑continuó‑ es la postura de donde proviene todo en el chamanismo. En otras pala­bras, todo lo que hacemos conduce a esa postura, que como todo lo demás en el mundo de los chamanes no se revela hasta que algo gigantesco nos sacude.
Don Juan dijo que los chamanes del México antiguo concibieron interminables modos de sacudirse a ellos mismos, o a otros practicantes del chamanismo, hasta los cimientos para llegar a ese estado codiciado del silen­cio interno. Consideraban los actos más estrafalarios, que parecen estar de lo más aislados de la búsqueda del silencio interno, como el saltar a una caída de agua, o pa­sar la noche colgado cabeza abajo de una rama de un ár­bol, como factores claves que lo hacían aparecer.
Siguiendo los racionalismos de los chamanes del México antiguo, don Juan declaró categóricamente que el silencio interno se amontonaba, se acumulaba. En mi caso, luchaba para guiarme a construir un núcleo de si­lencio interno dentro de mí, y luego añadir a él, segundo a segundo, cada vez que lo practicara. Me explicó que los chamanes del México antiguo descubrieron que cada individuo tenía un umbral diferente de silencio interno en cuanto a tiempo, es decir, que el silencio interno debe ser mantenido por cada uno de nosotros durante el pe­ríodo de tiempo de nuestro umbral específico antes de que funcione.