jueves, agosto 18, 2005

Zendeces y Castanederías



xxx Punto de Encaje xxx

Un alumno de Castaneda me preguntó si el título de esta publicación, Punto de Encaje,
había sido elegido para burlarse de Castaneda o con otra intención. Es verdad, ¿por qué
utilizar una expresión que pertenece a otra tradición, a otra enseñanza que no es el Zen,
para titular nuestro diario? ¿No sería una manera de acechar a los brujos, de seducir a las
brujas...? En la enseñanza de Buda se distinguen dos corrientes: la corriente "Hinayana" -en
sánscrito, pequeño vehículo- que favorece el desarrollo personal mediante un comportamiento
riguroso y un poco ascético para salvarse uno mismo y realizar el despertar, escapando así
de la enfermedad, de la vejez y de la muerte; y la corriente "Mahayana", que significa gran
vehículo, en donde se desea, por el contrario, salvar a todas las existencias, aunque uno
deba atravesar último la puerta de la libertad. Sin embargo ¿cómo separar estas dos
tendencias, estos dos aspectos, que fueron -ambos- enseñados por el Buda Shakyamuni? Fue lo
que me expresó muy claramente uno de mis maestros, Rempo Niwa Zenji, cuando yo critiqué el
Budismo Hinayana. "No conoce usted el Budismo Hinayana", me dijo en esa ocasión. De todos modos el aspecto "desarrollo personal", que personalmente conozco muy poco en el
Budismo, me parece expresado de una manera sumamente original y atrayente en la obra de
Carlos Castaneda, y budista o no, el contenido de sus libros me hizo profundamente feliz y
me llenó de afecto por su autor. Por eso elegí "Punto de Encaje" como título de mi diario,
pues expresa un poco nuestra enseñanza zen; por simpatía, por amistad y respeto hacia ese
viejo maestro Don Juan, que, por su magia, hizo reflexionar y soñar a toda una generación
de gringos. Tal fue la razón por la que elegí dicho título. No sé si este diario va a durar mucho más. De todas maneras, quise que sea un medio de
expresión gratis -mágico, ¿no?- que permita comunicar una cultura profunda y seria. Y
entonces, ¿cómo no soñar en asociarme con gente valiosa y de gran pureza -si es que
existen- para tratar de dar a los hombres una parte de verdadera humanidad y algunas raíces
bien profundas e intentar, así, alinearnos en un mismo punto? Les propongo entonces, si es que les interesa, comparar dos extractos que tratan
aproximadamente el mismo tema, en este caso, el punto de encaje. La enseñanza de Don Juan,
por un lado, y la del sexto patriarca zen chino, por el otro, que expresan con respecto al
silencio interior y a detener el diálogo -o monólogo- interno, algunas similitudes
evidentes: Extracto del libro "Fuego Interior", de Carlos Castaneda: "..Insistió muchas veces que es el diálogo interno lo que mantiene fijo el punto de encaje
en su posición original. -"Una vez que se logra el silencio, todo es posible" - dijo. Castaneda, su alumno, le respondió: "Soy consciente de que, en general, he dejado de hablar
conmigo mismo, pero no sé cómo lo logré...". El maestro responde: "Explicarlo es la sencillez misma. Lo quisiste, y, en consecuencia
instituiste un nuevo intento, un nuevo comando, y, con el tiempo, lo que sólo era tu propio
comando se volvió el comando del Águila; mostrándonos como el nudo ha sido hecho, nos
enseña también a deshacerlo." Y Don Juan concluye: "Es uno de los descubrimientos más
extraordinarios de los nuevos videntes, el hecho de que nuestro comando pueda volverse el
comando del Águila." En otros términos, que nuestro comando individual pueda volverse visceral, universal. "El
diálogo interior se interrumpe como ha comenzado, por un acto de la voluntad", dice Don
Juan. Cuando leemos esto parece muy simple. Quisimos anclar la realidad mediante nuestro diálogo
interno y alcanza con querer desanclarla mediante el silencio interior. Y ya está. Pero
como hablamos de magia, de voluntad, de querer, debemos pensar, antes que nada, en el
querer extraordinario y la magia fabulosa que cada uno de nosotros tuvo que desplegar para
nacer en este mundo, en la hazaña que cada uno tuvo que realizar para fijarse en la
realidad. ¿Qué fue lo que motivó tal proeza? Este querer nacer, este querer vivir, esta
necesidad de confort, de la razón , esta necesidad de lo limitado, de la felicidad, del
amor, la familia, su cuerpo, el tiempo. Un instante, un solo instante suspendido en la
eternidad, de razonable seguridad. ¡Qué fabulosa magia!
Y ahora me dicen que los burgueses de Los Ángeles, pagan doscientos dólares para que les
muevan el punto de encaje. ¿Cómo creerlo? No hay un solo ser humano que quiera desmoronar,
y menos aún por la voluntad, lo que con tanto talento fijo: la realidad. El problema es que
muy a menudo uno se aburre en esta realidad. Entonces, nos gustaría cambiarla, o por lo
menos, introducirle algunas correcciones. Por ejemplo, permanecer joven sin cirugía
estética, ser una bruja llena de poderes y aterrorizar a los machos, imaginarse un
disneyworld para uno solito... y tantos deseos espirituales egoístas, pero ¡tan legítimos!
Escapar de la muerte y de la disolución del ego, y perpetuar su conciencia individual
durante mucho tiempo. Incluso desdoblarse y poder amar a dos personas al mismo tiempo,
volar sin alas delta para asombrar a sus vecinos. O, simplemente, sentir el efecto de las
drogas más fabulosas sin sanción penal alguna... El mundo está hambriento de sueños, y es
normal. Entonces, soñemos juntos que el mundo entero se despierta al hecho de que todo esto no es
más que un sueño; y vigilemos que este sueño no se transforme en pesadilla. O bien,
aprendamos a atravesar la pesadilla. Acabo de encontrar la definición del Zen: aprender a
atravesar la pesadilla. Para eso, Zazen es la actitud más fuerte. Entonces la gente me
preguntará, porque quieren pruebas, resultados visibles, probables: "Maestro, ¿ ha logrado
usted atravesar su pesadilla?" Yo les respondo: cuando lo halla logrado, se van a enterar,
porque ustedes mismos son mi pesadilla. Todo este mundo es mi pesadilla, porque yo practico
el Mahayana, el gran vehículo: pacificar todas las existencias para que la pesadilla cese,
tal es la vía de Buda. He aquí la enseñanza del sexto patriarca zen chino (Houei Neng, Eno en Japonés; vivió
entre los años 638 y 713 de nuestra era), con respecto al punto de encaje y al silencio
interior: "Desde siempre, amigos míos, nuestro método ha hecho del "no-pensar" su principio, del
"sin-apariencia" su cuerpo, y del "sin-fijación" su fundamento. El adepto del
"sin-apariencias", estando en el seno mismo de las apariencias, está desapegado de las
apariencias. Quien practica el "no-pensamiento" no piensa aunque este pensando. En lo que
se refiere a "sin-fijación", es la esencia propia del hombre. Los pensamientos corren sin
parar: uno pasó, otro está pasando, uno llega... se encadenan sin detenerse nunca; pero si,
durante un solo instante, esta cadena se corta, vuestro cuerpo absoluto se aleja
inmediatamente de vuestro cuerpo de carne, y en la sucesión de instantes ulteriores, ningún
pensamiento puede ya fijarse en el más mínimo fenómeno. Pues si uno para su pensamiento
durante un solo instante, todos los pensamientos se detienen y somos libres de toda
atadura. Así, sin fundarnos en nada, fundamos nuestro método. Amigos míos, "sin-apariencia"
consiste en desapegarse de todas las apariencias exteriores." "Sí, pero ¿para qué sirve?" Cuando el maestro Kodo Sawaki respondió a mi propio maestro, Taisen Deshimaru, "no sirve
para nada", éste último sólo tuvo una pasión en su vida y esto hasta su último suspiro:
practicar zazen. Y el maestro Keizan dice, a propósito de la experiencia de zazen: "Alto
como una montaña, profundo como el océano, sin mostrar los picos ni las profundidades
insondables, invisible, brillando, sin pensar. La fuente es clara en su manifestación
silenciosa, nuestro cuerpo se manifiesta abarcando cielo y tierra, el agua pura no tiene ni
derecho ni revés, el espacio nunca tendrá interior y exterior. ¿Cómo puede existir el
objeto o el conocimiento? Esto ha estado siempre con nosotros pero sin tener nombre nunca.
Aquellos que realizan este conocimiento y esta visión tienen un arte sutil, apacible e
impecable llamado zazen, que es el estado de absorción, la fe de todos los estados de
concentración." En otros términos, esto significa que zazen se vuelve el Águila misma.
Kosen

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